La preeminencia de la televisión como aparato generador de opinión pública e incitadora de un consumismo exacerbado está aquí para quedarse, y los más pequeños son los más expuestos a su influencia negativa. Nuestros hijos ya no sólo nos piden los juguetes más caros y sofisticados; ahora, empujados por publicidad que ven en la televisión, ya se permiten el lujo de aconsejarnos qué modelo de coche comprarnos y de exigirnos que les compremos ropa de marca. Por este motivo, protegerles y educarles en un consumo crítico y racional de la televisión se convierte en nuestros días en una responsabilidad prioritaria para nosotros, los padres.
EL IMPACTO DE LA TELEVISIÓN ¨Muchos niños pasan un promedio de 3-4 horas diarias viendo televisión. La televisión puede ser una influencia muy poderosa en el desarrollo del sistema de valores, en la formación del carácter y en la conducta. Lamentablemente muchos de los programas de televisión contienen un alto grado de violencia. Los psiquiatras de niños y adolescentes que han estudiado los efectos de la violencia en la televisión han encontrado que éstos pueden. De manera que la exposición extensa a programas de televisión que contengan violencia causa mayor agresividad en los niños. En ocasiones, el ver tan sólo un programa violento puede aumentar la agresividad. Los niños que ven espectáculos en los que la violencia es presentada de forma muy realista, repetida, o sin ser castigada, tienen mayor probabilidad de imitar lo que ven. El impacto de la violencia en la televisión puede reflejarse en la conducta del niño inmediatamente o manifestarse más tarde en su desarrollo. Las jóvenes pueden afectarse aun cuando en la atmósfera familiar no haya tendencia hacia la violencia. Esto no quiere decir que la violencia que se ve en la televisión es la única causa de conducta violenta o agresiva, pero no hay duda de que es un factor significativo. Los padres pueden proteger a los niños del exceso de violencia en la televisión Para lograr el desarrollo positivo de nuestros niños se hace necesario que los padres brinden afecto a sus hijos, que mantengan un diálogo abierto y receptivo, y al mismo tiempo establecer límites conjuntamente con ellos, en las múltiples situaciones que se presentan en diario vivir y convivir.
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